viernes, 8 de febrero de 2008

CHUBUT y sus Encuentros.

ENCUENTROS y COINCIDENCIAS.
Datos.
En enero/1978 con mi esposa nos fuimos en ómnibus al norte patagónico.
Decidimos este itinerario por renunciar al que teníamos pensado realizar: unir Chilecito con Villa Unión, para bajar por Jáchal a la ciudad de San Juan.
La mañana del 23/11/1977 se sacudió la corteza en esa zona cuyana; un terremoto asoló Caucete, localidad muy cercana a la capital sanjuanina.
No nos pareció prudente y lo dejamos para otra oportunidad; lo cumplimos años después.
Vivimos coincidencias y encuentros que nos agrada contar.
RELATO.
En el inicio de la noche del primer día del nuevo año salimos con “La Estrella” desde plaza Constitución con destino la ciudad de Bahía Blanca.
Con pasaje combinado, debíamos trasbordar al ómnibus de Don Otto para seguir hasta nuestro destino: la ciudad de Trelew en la provincia del Chubut.
1- en la terminal de Plaza Constitución.
Se presentó una circunstancia curiosa: Susana observó la presencia de los padres de un amigo mío y vecino de la infancia.
En el encuentro, saludos, charla y preguntan ¿que hacen por acá?Respondemos “esperando el micro para salir en viaje de vacaciones”. ¿y ustedes?“
Despedimos a Osvaldo (el menor de tres hermanos amigos) que se va para Trelew; luego se radica en Colonia Sarmiento”.
Les dijimos “que coincidencia, nosotros también viajamos a Trelew”.
Lo concreto era que mi amigo viajaba solo. Su esposa embarazada, próxima a tener familia, quedaba momentáneamente en Bs As.
Él, ingeniero agrónomo del INTA, fue destinado a Colonia Sarmiento, pero debía escalar en la dependencia de Trelew para colaborar en una próxima muestra y feria agraria.
Sus padres contentos por viajar juntos en el mismo micro y tener noticias frescas del “nene”, a nuestro regreso. Así lo solicitaban. Despedida y partida.
Descendimos en Trelew en el final de la tarde del 2/01/78, acordamos ir a visitarlo al INTA.
2- nos vamos al .I.N.T.A.
Una tarde en colectivo de línea fuimos a conocer los pueblos galeses de Gaimán y Dolavón en el valle inferior del río Chubut.
El camino de ida transcurrió “por las fincas”, lo que nos permitió conocer su campiña; el de vuelta por ruta abierta que nos acercaba al predio de la chacra experimental del INTA.
Solicitamos avisar para descender en el lugar. En un punto del viaje nos dicen “aquí es”.
Detenidos sobre el camino de tierra y observando a los costados no divisamos ninguna instalación ni edificación.
Todo era verdes campos a ambos lados; la ruta de ripio, adelante y atrás, Resto Nada.
¿Dónde esta el INTA? Respuesta: “allá al costado, dentro de aquel bosque, salte el alambrado, cruce por el campo y caminando ahí nomás ya llega”.
Nos bajamos y miramos: cielo, sol, campo, camino de tierra, allá lejos un bosquecillo y… nada.
El colectivo ya partió; quedamos solos, había que probar si era cierto o falso lo dicho.
Pasamos por el alambrado y encaramos hacia el bosque a través del campo abierto.
Nos preguntamos: ¿y si no es allí?, la respuesta: volvemos a la ruta, a esperar que pase alguien y nos levante, a no desesperar, esto es la patagonia!!
Caminamos un buen rato. Mientras nos acercamos al bosque, parecía verse un edificio entre la arboleda. Será espejismo? Por suerte lo era, encontramos el INTA.
En una oficina preguntamos por mi amigo y fueron a ubicarlo.
Luego del encuentro, él nos pregunta: ¿Cómo llegaron? Le contamos!!!
Lo acompañamos a realizar algunas tareas pendientes: dar la mamadera a los guanacos guachos que tenían en un corral. Unos mamaban del chupete, otros nos husmeaban el trasero!!
Charlamos un poco y antes de despedirnos nos indaga: ¿en que se van? Nuestra respuesta fue: “cruzando el campo y a esperar algo que pase, no queda otra”.
Averiguó, un colega al rato partía en su vehículo a la ciudad. Lo acompañamos.
Final excelente!! Para una tarde muy particular.
En la noche anterior a nuestra partida nos encontramos con mi amigo en la Plaza de Trelew.
Nos renovó mensajes para su familia. Lo transmitimos.
3- la seguimos en Playa Unión.
Varias tardes, en colectivo a Rawson y en otro al balneario de mar de Playa Unión.
Sus playas son de piso arenoso pedregoso, abiertas con rápido declive y fuerte oleaje.
Contaba con una corta costanera de tierra, pequeño puerto pesquero, algunas barcazas y pocos comercios. Descanso, fiaca y charla en la arena al sol; con zapatillas si había que caminar por las piedras calientes.
Una tarde ambos aparecimos revolcados entre la arena de la playa.
Había fuerte oleaje y no divisamos una ola de gran tamaño y fuerza; nos encontró parados y muy tranquilos charlando con el agua a media pierna, hasta las rodillas no más.
Nos tiró a la playa, caímos sobre la arena y entre el agua, resoplando.¿Que fue eso? Repuestos miramos a los lados para ver como se reían los demás.
Otro día, yo nadaba cercano a la costa pero con suficiente profundidad.
Desde la playa Susana hace gestos e indica en dirección al mar.
Me paro y miro: bastante cerca encuentro un lobo marino viajando detrás de una barcaza pesquera esperando obtener alguna presa de las redes.
Medio asustado escapé nadando lo más rápido hacia la costa; luego me dije: ¿para que tanto apuro? si el lobo es más hábil dentro del agua que cualquier humano.
Además esta interesado en su pez, no en mí. Eso lo afirmé cuando ya estaba fuera del agua!!
4- al Dique Florentino Ameghino.
En excursión de día completo con almuerzo a la sombra de la orilla del río fuimos al dique y embalse Florentino Ameghino.
Al llegar nos detenemos en el túnel de ingreso al dique-puente, con hermosas vistas del lago artificial y aguas de color celeste verdoso entre serranías. Bajamos a tomar fotografías.
Con sorpresa observamos que el ómnibus prosigue su camino hacia el balneario dejándonos a pie dentro del túnel. A pesar de nuestros gritos siguió su recorrido.
Comenzamos una caminata en el mismo sentido bajo el fuerte sol del medio día. Las maldiciones no se las relatamos.
Un trecho a pie y nos encuentra una camioneta; señas, detención y explicaciones; subimos y nos llevó hasta el camping. Los reproches a los conductores tampoco se los escribimos.
El regreso por igual recorrido. Despedimos a todos sin saludar a los chóferes.
Buenos recuerdos de las anécdotas vividas, por suerte con feliz resultado.
5- a Aluar en Puerto Madryn.
Una mañana decidimos ir a visitar a un ex compañero, allí radicado y trabajando en Aluar.
Su planta se encuentra a unos km de la ciudad; creo que utilizamos un colectivo para llegar a sus instalaciones. Lo encontramos, charlamos un poco y nos despedimos.
No teníamos medios para el regreso y otra vez empezamos a caminar por la ruta.
Al rato, otra camioneta se detiene, "para donde van" interroga y nos transporta hasta cercanías de la ciudad, luego seguimos a pie.
Para acortar distancia decidimos abandonar la ruta, acercándonos a la playa.
De pronto suena un silbato. Nos encontramos con un marinero que da orden de detención.
Era zona de Prefectura Naval. Habíamos ingresado a zona militar sin darnos cuenta.
No divisamos ningún cartel de advertencia, creo que no existían.
Explicaciones, documentos de identidad, indicación por donde tomar y seguir el regreso a pie.
6- a Península de Valdés: clase en Punta Norte.
En excursión de día completo a conocer la península y sus puntos de interés.
Entre los pasajeros del tour, encontramos una joven pareja con carpa y varios bultos. Él me dice: “tenemos la misma máquina” refiriéndose a la fotográfica. Coincidencia, eran idénticas.
Entablamos dialogo. Supimos que trabajaba en el museo de ciencias naturales de Bs As, que visitaban todos los años a la elefantería de Punta Norte, que eran amigos del guarda fauna allá apostado, que pasaban sus días de vacaciones con ellos, que colaboraban en la investigación que realizaba, que no tenían movilidad propia y la única forma de llegar a la Punta era en un micro de excursión.
Es una reserva faunística, excelentes vistas del mar, sin instalaciones, solo la casa del guarda fauna, con acantilados refugios miradores y ahí no más los enormes elefantes y lobos marinos.
Bajaron su equipaje y pregunta al pasaje: ¿quieren oír una charla sobre delfines? Respuesta Sí.
Llama a su amigo el guarda fauna de la reserva -Juan Carlos López- y nos brinda una detallada clase del comportamiento social de los delfines.
Defensor apasionado de la especie, brindó fundamentos sobre el accionar de su alimentación natural, en contraposición con el motivo de un film (Orca la ballena asesina) allí filmada por un productor norteamericano con escenas preparadas ajenas a todo lo natural del animal.
Un lujo, una clase universitaria: todos aplaudimos.
De regreso a Bs As respondo las preguntas sobre las vacaciones en mi trabajo.
La coincidencia: una compañera mía era amiga del guarda fauna de Punta Norte.
Otra fue que lo vimos por "La Aventura Secreta", documentales de TV.
7- en regreso a Puerto Pirámides.
De vuelta vamos a Puerto Pirámides; compramos alimentos, bebidas y almuerzo en la arena de la extensa playa bajo un radiante sol, caluroso día pero con aire fresco.
Diminuta aldea marítima resguardada entre acantilados que recuerdan pirámides egipcias, con protegida bahía, verdes aguas, linda costa y playa arenosa recostada en médanos.
Un camping del ACA, pocas viviendas, algunos comercios y casi nada más, era lo que había.
El encuentro fue con un señor de abundante panza y barba, cabello largo y revuelto, apellido holandés o similar, descalzo, en short y en cuero: sin remera, re tostado por el sol, ex jugador de rugby, de la selección argentina de los primeros “pumas” y además intendente de la localidad. Un personaje total.
Hacía excursiones en lancha apara avistar desde el mar las pirámides y fauna acuática apostadas. Fomentaba la actividad de la villa.
Fenómeno, vamos ¿Dónde esta la lancha? preguntamos. “Allí” y señaló dentro del mar.
A unos 70 o 100 mts, se encontraba anclado un bote grande, con potente motor dentro de la borda. Solo había que subir a él.
Salvamos a pie por el agua esa distancia, arriba como pudimos (o nos empujaron mientras se hamacaba la embarcación) y navegamos por el golfo Nuevo hasta la lobería, observando a los lobos nadar junto al bote en las transparentes aguas.
Frente a las pirámides la colonia era numerosa, apostados entre los peñascos y en el agua.
Fue un lindo paseo, algunos lo disfrutamos; otros, a los que no les simpatiza el mar, se veían un poco preocupados cuando encontraban a su alrededor que todo era de color verde esmeralda y espuma blanca. Estaban bastantes serios y calladitos.
Al regreso, descenso y nuevamente caminando hacia la playa, esta vez con oleaje a favor.
Quedó como final recordar a dos personajes, en apariencia muy distintos entre sí, pero similares en lo referente a la dedicación de sus actividades personales.
El personaje, propietario de la lancha, se llamaba Mariano van Gelderen. Hace unos pocos dìas (Dicb/2015) me enterè de su fallecimiento. Viviò e hizo la que amaba. qepd.
8- en el puente ferro-carretero de Viedma.
Nos corrimos a la capital provincial del Río Negro, linda, mucho verde, riberas planas y parquizadas. Nos agradaba caminar por su costanera, muy coqueta y cuidada, hermosas vistas del río, total paz y tranquilidad, enfrente la ciudad bonaerense de Carmen de Patagones.
Una tarde nos dedicamos a gastar suelas: arrancamos caminando desde el punto norte de la ciudad, bordeando el río por la costanera y encontrar el pintoresco puente ferro-carretero que ambas provincias.
Al acercarnos y divisar su silueta, se hizo presente en mí, una imagen de un recuerdo deportivo.
Soy simpatizante del automovilismo y seguía bastante de cerca el T.C en sus años dorados.
Volcaba mi gusto por las habilidades y destreza de los pilotos sin enfatizar en las marcas de los vehículos. Sostengo que las personas prevalecen por sobre los coches.
Por la década del 60, todos los años se corría el “gran premio de la república”, para vehículos de categoría con preparación especial, como también para estándares.
Durante 10 a 15 días, y en varias etapas, recorrían el país; la transmisión radial se hacia desde avionetas sobrevolando la ruta y los autos.
Usualmente se dirigían al centro-norte del territorio, pero un año lo encararon hacia el sur.
Una de las primeras etapas pasaba por Viedma; transitando la RN 3 cruzaba el río Negro por este conocido puente ferro-carretero.
En la tapa de una famosa revista deportiva (El Gráfico) apareció una imagen con una leyenda: “los gringos vuelan”.
Era espectacular esa fotografía, quedó pegada en mi memoria, siempre la tengo presente.
Mostraba a la “galera” de los hermanos de Olavaria volando!!!, en la bajada del puente e ingresando a Viedma, no tocaba el suelo.
El auto inclinado de costado y de trompa, sus cuatro ruedas totalmente en el aire, cada una a distintas alturas del piso, detrás del parabrisas se podía ver la cara de los dos gringos.
El encuentro con ese puente y estar pisando el lugar donde la “galera volaba” me hizo volver atrás alrededor de 20 años.
Me quedé parado y le conté la historia a Susana, reviviendo ese recuerdo inolvidable!!
Al terminar de cruzar el puente ferro-carretero nos encontró un colectivo que abordamos y nos fuimos a conocer la ciudad de Carmen de Patagones.
Comentario Final:
Descubrimos el norte patagónico, encontramos ciudades y poblaciones desconocidas.
Nos tocó excelente tiempo, la pasamos muy bien y se presentaron agradables vivencias.
Encontramos motivos para un futuro regreso y pensando en bajar aún más al sur.
Las fotografías son de nuestra propiedad.
Experiencias vividas por Carlos Massarutto y Susana Villa-
Lomas del Mirador- Pcia de Buenos Aires- Enero/78.

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